domingo, 16 de febrero de 2014

Bantú, la esquina universitaria que no para ni en paro


Aun cuando la Universidad de Antioquia tiene el alma cada vez más corrompida por los diferentes problemas, ya sean estructurales o del momento, el bar Bantú, que es un lugar cada vez más emblemático en las memorias de los universitarios, no para ni siquiera cuando hay paro.


Por: Manuela Tabares Guzmán

    Me dirijo hacia Barranquilla, aquella calle que baja desde el barrio Manrique y conecta a la Universidad Nacional con la Universidad de Antioquia. Para sorpresa, la portería peatonal de esta última, junto con las demás, está cerrada por estos días y además vigilada por miembros de la Policía Nacional tanto afuera como adentro.
Por lo tanto, sí era verdad la afirmación de uno de los tableros verdes que rodean el claustro en el que se leen las noticias escritas con tiza blanca y rosada: “Militarizada la Universidad de Antioquia”. Militarizada como una zona de enfrentamiento entre diferentes bandos o ejércitos. Qué lamentable, toca ir a Bantú entonces para no perder la venida.
En toda la esquina de Barranquilla con la avenida Ferrocarril, está ubicado un lugar para universitarios e incluso para personas ajenas que van en busca de una cerveza y un buen rato con amigos y compañeros para dar inicio al fin de semana.
Cuando se llega allí, uno se da cuenta que este lugar no es solo una esquina, pues realmente Bantú es el nombre del bar con el que ya se bautizó todo el sector. Sin embargo, la parte de La Curva, es el que acoge más gente.
Así pues, es esta última una calle estrecha que cruza, en forma de ´S´, parte del puente peatonal amarillo de Barranquilla. Cuando finaliza esta vía se une con la del Ferrocarril.  
Bajarse en la estación Universidad del Metro, por estos días, da una imagen algo sorpresiva y diferente a la que se tiene en mente de las zonas estudiantiles en cualquier ciudad, donde hay muchos jóvenes con pintas de estudiante, descomplicadas y sonrientes la mayoría del tiempo.
El paisaje de esta semana, por estos alrededores, es vacío. No hay vendedores de artesanías a las afueras de las porterías, no hay estudiantes, no hay nadie. La Universidad ya no parece ser universal. No tiene las puertas abiertas ni al conocimiento ni a quienes cohabitan allí.
Todas las puertas están cerradas por la decisión del Gobierno Departamental y la administración del claustro. Ellos explican que se está actuando por el bien del espacio y de los futuros estudiantes, pues afirman que se les debe garantizar un examen de admisión para que cuando entren no se acumulen en los pasillos, en los salones, ni en los auditorios con quienes al día de hoy no han estudiado más que unas semanas en todo el semestre.
La Curva es un lugar feo en el día, aspecto que cambia en la noche con un alumbrado que es insuficiente para el sitio, pero que permite ver a las personas que pasan cerca.
Esta es una calle angosta: está la acera que sirve como asiento, las paredes rayadas con grafitis, unos bonitos y otros patéticos; la contraparte del bar que sirve de baño para hombres y al mismo tiempo de “plaza” y una pequeña zona verde árida.
El dormitorio de los indigentes en el día es la acera del establecimiento comercial, que es restaurante hasta las cuatro de la tarde y luego se convierte en un video bar, donde la música hace que los transeúntes se contagien y se queden en el lugar, la diferencia es que el consumo de cerveza es en la calle porque es más barata.
En este momento la Universidad de Antioquia está dividida, unos creen que el paro es forzado e innecesario y otros dicen que es la única forma con la que se puede conseguir las exigencias del pliego acordado por la asamblea estudiantil.
El caso es que la burocratización de la misma va desde la administración hasta algunas organizaciones estudiantiles que se aprueban y desaprueban entre sí, mostrando de nuevo la cara de la desorganización y borrando con el codo el proceso y legitimidad del movimiento estudiantil nacional.
Pero ahí está Bantú, un sitio que se llena de jueves a domingo, ya sea en tiempos tranquilos como en momentos dificiles con paros y tropeles. Esto sin complique de tipo político donde pueden converger las más grandes diferencias; tal y como boda católica: Bantú está contigo en la salud, en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, cruzando la adversidad juntos, unidos por la botella.
En esos días, la cantidad de cervezas que se consume es increíble. Esto permite que muchas personas trabajen –que se registran en las cifras de informalidad– recogiendo los envases, para llevarlos a los mismos locales en los que les da una cierta cantidad de dinero por cada botella.
Los clientes mientras conversan suelen tomarse una cerveza, tardando 20 minutos, en los cuales pasan alrededor de cinco de estos trabajadores, pidiendo la botella para echarla al costal o la bolsa.
Un viernes, más o menos a las 9:00 de la noche, Bantú está en todo su furor. Pasar por “la Curva” es difícil y lento, pues parece que allí está medio Medellín. Unas clases por otras, los estudiantes que por lo general son de la clase media, no dejan a un lado el hecho de pertenecer a una universidad pública
Se convierte esta vía, entonces, en una pasarela, donde se cruzan cantidad de miradas de hombres y mujeres. Unos mirando nalgas, otros ropa, pintas y cabellos.
A esta misma hora, el ambiente empieza a decaer, el olor a marihuana impregna a muchos de los que vemos a lo lejos. Qué olor a juventud el que se encuentra en ese lugar. La droga y las cervezas empiezan a cobrar estragos fisiológicos, puesto que la combinación entre olores, como los orines masculinos y el olor a hierva, comienzan a bajar por toda la acera donde están sentadas una cantidad de personas.
Los otros, quienes están sentados en esa pequeña zona verde árida, debajo de los árboles que no crecen, son más bien grupos  grandes que ríen tomando cerveza o una jarra de aquel vino de maracuyá. Tararean con el tiempo las canciones de los bares del frente que al pasar las horas y los tragos no se diferencian, interpretando a los Guns and Roses, a Richie Rey y a Bobby Cruz.
En una jornada continua, quienes habitan también toda la zona de Bantú son los perros. En el día los caninos se ocupan de supervisar si el ambiente se torna pesado por cuenta de la autoridad. Y los de la noche velan y se le acercan a la gente en busca de afecto.
Por su parte, en el costado occidental de La Curva, los raperos a plena luz del día, tiran sus rimas, improvisando debajo de aquel árbol que no crece, con una banca imprevista que los tapa de los rayos del sol
Es particular ver cómo se van distribuyendo las zonas con el consumo y la repertición de las drogas en este lugar. Así como ver al clásico del marihuanero en la esquina más oscura o en el mueble viejo y sucio del que se deshicieron unos y adoptan otros con su sentado sornero y su acento tan característico que alarga, principalmente, las vocales abiertas.
Durante la noche las situaciones de los individuos varían; unos contextualizan la condición de la universidad desde diferentes puntos de vista, otros se emocionan alzando sus voces, unos se dedican a disfrutar del momento sin ser ápaticos con la problemática de la institución. Mientras que a otros no les importa nada de lo que está sucediendo, simplemente gozan con sus cervezas y, por su puesto, no pueden faltar los que llegan solos, tristes y los que fuman su bareto.
A su vez, tampoco faltan los punkeros en galladas con sus anarquías a las espaldas llenas de taches que parecen competir por cuál es el más original en su vestimenta, alardeando su estilo con que igualmente se uniforman y estereotipan como las demás personas.
Uno puede decir “pero qué darwinismo el que se apodera de este lugar”, entonces, uno cae en cuenta de que este espacio es lo mismo del que está allí, al otro lado de Barranquilla, dentro de los salones o auditorios que a esta hora están vacíos. La competencia entra a ser pues quien redirige más la moral y la ética en muchos de estos grupos.
Además, está el malabarista que expone sus instrumentos de trabajo en el bolso que tiene colgado en su espalda, como también está el personaje que se caracteriza por su cabello largo, corto y extraño, el cual toca la melodía suave y tranquila acostado en la acera del frente. Estas personas lo que hacen es que la pluriculturalidad que se les niega hoy en día a los estudiantes de la U. de A. renazca en este sitio alterno a las aulas de clase. 
¿Qué representa Bantú en la vida de los universitarios? La universidad de la vida, la universidad de la calle en que “...yo pasaría de tonto si no supiera que uno tiene que estar mosca por donde quiera…”
Mosca, mosca Manuela si va a sacar la cámara aquí: pensaba yo en la mañana cuando fui a ver este paisaje urbano tan particular que quería registrarlo con la cámara.
De repente venía un hombre detrás de mí, yo ya me encontraba muy preocupada, pues cuando yo cruzaba la calle, él también hacía lo mismo. ¿Qué hago? Gritaba yo mentalmente. En ese mismo instante salí corriendo, simulando que me iba a montar al Coonatra que pasaba en ese momento. Me fui y pensé que la escarapela de prensa que llevaba puesta no había servido para nada.
En la noche volví al mismo lugar y me dio más miedo sacar la cámara, pues aunque había más gente ya estaban las personas de la “plaza”. Manu, yo no le recomiendo que tome las fotos por acá, ahí está esa gente. Más bien tómelas más allá”, dijo un amigo.
Por las calles se logran ver los cuerpos flacos y voluptusos de los transexuales y travestis adolescentes que pasan como si estuvieran en un desfile de modas. Caminan con la mirada fija y muy firmes, demostrando poco interés en las miradas indirectas y criticonas de los demás. Un grupo de ellos se reúne en la esquina del Ferrocarril para dirigirse al centro de Medellín.  
Bantú se cierra, como todos los establecimientos de la zona, cuando empiezan las primeras explosiones dentro de la universidad. Los ruidos, las explosiones y los gases se volvieron costumbre para el estudiantado. Al terminar las protestas y los tropeles, los estudiantes se van para su punto de encuentro, el bar Bantú.
Entro a comprar unas polas y el vendedor me pregunta: ¿Ya llegó la protesta?”. Ante la respuesta afirmativa, el tendero procede a traer más cajas de cervezas de la bodega para poder proveer y calmar la sed que da la lucha social.
Aunque el Alma Mater de los antioqueños se va viendo amenazada por la temporalidad de esos nuevos habitantes verdes y vagos, que con sus armas amarradas a sus caderas se sienten como en casa, siguiendo la misma dinámica del desplazamiento que tan cruelmente marca cifras en las encuestas.
Los estudiantes, entonces, no se pronuncian de buen modo contra la ocupación, pero tampoco hacen efectivas las vías que quedan, dejando que se les desplace de su lugar, de su espacio, de su universidad.
Dialéctica, Nietzsche, la época del colegio, el rector de la U, la exnovia, Weber, deporte, qué frío en la biblioteca, comida, 3.000 de empanadas, asamblea… y tantos temas que se pueden encontrar en esta clase de espacios, propios de las universidades y su ambiente. Finalmente, qué sería de los estudiantes sin las cervezas que, al igual que esta, hace que nos volvamos más efervescentes ante cualquier tema.
Tan linda la Universidad, tanta historia y tantas historias, tanta memoria, tantos gases, tantas asambleas, tantos líderes, tantos muertos, tantas victorias y alegrías, para que los estudiantes dejen cerrar la institución por más de tres días y no pase nada.
En cambio, en épocas anteriores las cosas eran diferentes, como en el movimiento del 71, en el que los estudiantes fueron los que cerraron la universidad, convocando a la discusión permanente y a la reconstrucción de la idea de la sociedad universitaria.
¡Qué épocas! ¿Acaso la apatía se apodera de nuestra generación? No sé, a veces como que sí. De vez en cuando se despierta, se revuelca y consigue lo que quiere pero luego se vuelve a relajar. Así como en el fútbol, se consigue algo, se confía y es ahí donde meten el gol.
Bantú, ¿qué es Bantú? Es un grupo de comunidades étnicas del África que hablan en lenguas bantúes. Pero en Medellín, Bantú es un punto de encuentro para la convergencia de los jóvenes de todas las edades. Es un lugar que a pesar, de los tantos enfrentamientos y protestas que se viven alrededor, une a todos en torno a un momento de diversión.  
Esto no significa que la solidaridad se borre en este lugar o que se llenen de indiferencia o apatía, más bien el esparcimiento en tiempos difíciles es necesario, aunque no debe ser lo único que nos ocupe, cuando el concepto de Universidad decae y se transforma en algo amorfo.


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