domingo, 16 de febrero de 2014

Makalú: un billar de “playa alta”

Por: Manuela Martínez Zuluaga

El Club Billares Makalú está ubicado una cuadra arriba del parque principal del municipio de Sabaneta. Don Octavio Mejía, su dueño y sus clientes, que visitan esté lugar hace más de 20 años, cuentan cómo se vive día a día allí. La mayoría de personas pensarán que es un lugar más de esos donde se encuentran fumadores, alcohólicos, apostadores, personas que sólo buscan pelear.


Don Octavio es un hombre alto, canoso de unos 50 años que se dio cuenta de que era un aficionado al billar y a estar en este ambiente: “Yo me fui a los 20 años a los Estados Unidos. Duré más o menos 15 años por allá, yo no tenía idea de esto. Cuando llegué me puse a pensar: ¿qué me pongo a hacer?, ¿qué me pongo a hacer?, cuando me di cuenta de que el billar estaba en venta lo compré y aprendí de esto y me gustó y aquí me quedé. Ya llevo 10 años”, cuenta.

Además, tiene otro negocio en Sabaneta en un sector conocido como Calle Larga y también es de billares y ajedrez -Billar Club la 76- pero sus amigos dicen algo muy particular de sus negocios. “Mis amigos me dicen que esto es ‘playa alta’ y allá es ‘playa baja’. Allá es ‘playa baja’ porque son muy rumberos y toma trago y acá son más sanos, pero definitivamente esto acá es una verraquera, todos somos muy amigos. Para mí, esto es un lugar de encuentro, por ejemplo yo cuento chistes pero muy malos.”

Cuando le piden a don Octavio que cuente un chiste y se ríe y dice que son muy malos pero termina contándolo “un pollito se estaba comiendo una lombriz y lo obligaron a casarse con ella”. Hay que aceptarlo, es muy malo contando chistes.

Desde que se entra a este lugar se respira un ambiente sano y tranquilo en donde  se escucha decir: “¡Ey! Lewis tráeme un tinto; Lewis, límpieme la mesa cinco; Lewis, cuenta para la mesa 16…”, Y así se la pasa Lewis todo el día de acá para allá.

Lewis es el mesero de Club Billares Makalú, un hombre de piel oscura, estatura media de unos 40 años y un echado pa’ delante, como dice él. Trabaja de 9:00 de la mañana a 6:00 de la tarde, lleva tres meses allí y dice estar muy amañado con todo lo que es el lugar y lo que vive ahí: “Este es un lugar donde las personas que vengan van a encontrar amigos para un buen rato o si lo desean para el resto de su vida. Las personas que usted ve aquí vienen casi diario, ya uno las conoce y sabe qué va a pedir cada uno”, dice.

El billar lo abren a las 9:00 de la mañana y lo cierran a las 12:00 de la madrugada, Algunos días en semana cierran antes de las 10:00 porque no hay mucha clientela, los fines de semana atienden hasta las 3:00 de la mañana.

En Makalú tienen un convenio con El Caite, un Centro de Atención Integral para la Tercera Edad, don Octavio les deja la hora de juego más favorable: normalmente vale $6.000 y a los señores del Caite se las deja a $3.000. “La verdad no juego mucho porque no veo muy bien, entonces me ganan”, dice don Octavio

Al Club entra una mujer, aparentemente es de la calle. Al verla don Octavio cuenta: “Vea a esa mujer, dicen que era la más hermosa de Sabaneta y de una muy buena familia. Si ve cómo la dejó el vicio…, ¡qué pesar! y ya sólo pide limosna. Cuando la familia la vuelve a recoger, a bañar y a poner bonita, ella no se deja y vuelve al vicio”.

Don Guillermo es un hombre de 65 años que asiste al Club hace mas de 29 años y  asegura que le gusta ir más que todo porque es un ambiente tranquilo y muy ameno. Cuenta que el fundador del billar era amigo de su padre.

Van pasando las horas y el conversar de los personajes allí presentes siempre llevan a la misma conclusión: un lugar, para muchos, es digno de llamarse segundo hogar.

Al cerrar sus puertas todos los allí presentes empiezan a deambular entre las mesas y restos de bebidas que quedan atrás, se escucha el cerrar de los ajedrez, se apagan los calefactores de las mesas de billar, se reinician todos los temporizadores, suenan como maracas la acomodación de los contadores de carambolas, se escucha una voz fuerte y madura decir: “Hasta mañana señores, ha sido un buen día. Esperemos que a Lewis le quede mañana el tinto”.


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