lunes, 24 de febrero de 2014

Madrugar cansa, pero pernotar aburre



Por: Johana Hincapié Martínez

Madrugar cansa…

Son las 2:17 a.m. y la alarma ha sonado dos veces. Sinceramente desconozco si levantarse a esta hora es madrugar o trasnochar. Medellín está muerta. Supongo que hay personas que ni se han acostado.


Salí de mi casa llena de suposiciones. Debí llegar a la bahía a las 4:10 a.m, pues a esa hora sale el primer Circular Sur hacia el almacén Éxito de Laureles (dentro de mis cavilaciones, supuse que un conductor de bus se levantaría más tarde. Los hombres suelen ser más ágiles).

Contrario a lo que pensaba, llegué al Éxito a las 3:50 a.m. y la bahía no estaba desierta. La 81, ubicada atrás, ocupaba el lugar habitual de los buses que están de reserva. Una vez más supuse que tendría la tabla de 4:10 a.m… pero no.

Según el orden, me asignaron la 08. A eso de las cuatro de la madrugada llegó la 252 y se puso primero en la fila. Ese sería quien iniciaba la ruta.

A esa hora la ciudad no suena (ni siquiera el motor de la 81 emite algún sonido y su trompa vinotinto se ve más oscura). Medellín está llena de luces y empieza a volver a la vida, así al sol le falten muchas horas para salir.

En el Sur, madrugar significa hacer el primer viaje entre las 4:10 a.m. y las 8:00 a.m. pues el que empieza temprano, termina temprano. La pernota, por su parte, consiste en una tabla que inicia tarde (para ellos, no para cualquier mortal) y acaba tarde. En esta se hace el primer viaje después de las 8:02 a.m. y el último alrededor de las 9:00 p.m.

Basta de suposiciones. Sin Cejas es el conductor con el promedio más alto de Circular Sur (su apodo nació de su carencia de pelo en el cuerpo). El hombre tiene alopecia y, evidentemente, no tiene cejas: las tiene pintadas con un delineador en lápiz de color café medio.

Al preguntarle por qué no vino la 08, me cuenta que la 08 nunca madruga y la 252 nunca pernota. Cambiaron tablas de tal modo que cuando la 08 madrugue, la 252 haga la tabla y viceversa.

El primer Circular no sale a las 4:10 a.m. como dice en la tabla, sale con un retraso de aproximadamente cinco minutos, puesto que el siguiente Circular sale diez minutos después.

Sin Cejas baja por la calle San Juan con una tranquilidad extraña para la ruta: “A esta hora no se corre, no hay nadie adelante, no hay a quién sacar del paradero de la avenida Oriental”, aseguró.

La soledad inicial de la bahía va cambiando a medida que se baja por San Juan. Cuando llegamos al edificio de los Espejos hay alrededor de quince pasajeros en el carro -más de lo que esperaba-.  

Antes de llegar a la avenida Oriental se le acaban las monedas al conductor, a quien también llaman Monstruo de Agua. Ante la situación, comenta que en el paradero de Autobuses El Poblado/Laureles está El Gato, el hombre encargado de cambiar las monedas.

Sin Cejas cronometra los tiempos de todo: semáforos, lapsos del recorrido y paraderos, etc. Según él: “el recorrido dura 45 minutos de la bahía al Poli, porque en el Poli y en EAFIT solo se recoge y descarga, de tal modo que se logra salir del paradero de la última con 17 minutos exactos para llegar al Éxito de Laureles”.

En ese momento solo se les da una hora y dos minutos para dar la vuelta completa. De ser necesario hay que “rayar” (en cristiano, rayar significa llegar con el tiempo exacto a la bahía). Como a esa no hora no hay tacos, no hay razones para atrasarse.

A las 5:00 a.m. comienza a fluir el tráfico de la ciudad. Las calles empiezan a llenarse de particulares, taxis y buses, pero aún no hay trancones. Sin Cejas dice que un buen viaje de 4:10 a.m. mueve unos 80 pasajeros, uno malo 60. Hoy movió 55.

A las 5:12 a.m. llega a la bahía, tal como debe ser. Aún no hay despachador. La lógica del conductor de Circular dicta que quien despacha es Cantinflas, porque Chelo llega las 4:30 a.m. A esa hora las cosas son a otro precio. El bus que viene detrás solo lleva tres minutos de diferencia.

Monstruo de Agua comenta que: “la madrugada es la mitad del día. Si muevo 600 pasajeros, 300 se hacen en la madrugada”. Su promedio es de 320 pasajeros en cuatro viajes.

Como a partir de las 6:00 a.m. los buses se despachan con dos minutos de diferencia, la vida toma el ritmo agitado que tanto se critica. A las 6:14 a.m. es el mejor viaje de la madrugada: Monstruo de Agua logra transportar 103 pasajeros.

El último recorrido de la madrugada es a las 7:16 a.m. El viaje no es malo, pero mostrando porqué tiene el mejor promedio de la Sur, Sin Cejas logra mover 107 pasajeros. Poco después afirma: “Necesitaba compensar el primero que fue muy malo”.

Cuando llegó a la bahía por última vez, y siguiendo la lógica, Cantinflas ya había llegado, Sin Cejas tiene descanso y yo me hago pasar por pasajera en el trasbordo de la 436.  

Pero pernotar aburre…

- ¿Le puedo hacer una pregunta?

- Sí.

- ¿A quién le toca la pernota de 9:30 p.m. hoy?

- A mí.

La pernota del Circular Sur consiste en una tabla de viajes que inicia tarde y termina tarde. La norma dicta que el primer viaje de la pernota se hace a las 8:00 a.m. (a los carros que salgan luego de esa hora les corresponde dicha tabla).

Por azares de la vida, el bus en el que iba para la bahía a salir de pernota fue el que tomé en la universidad.

Luego de una corta conversación llegamos a la bahía. No hay preocupación por llegar tarde, es más, muchos conductores ni siquiera hacen ese viaje.

En el Éxito de Laureles está don Héctor despachando y le dice a El Mono: “Espere que logre llegar la 424”.

El hombre que está sentado a mi lado hace lo que le dicen, recibe el trasbordo y sale de la bahía a hacer el que los conductores consideran el peor viaje de la ruta por dos razones: se termina tarde y “no se mueve pueblo”.

En el primer paradero de San Juan, más abajo del Consumo de La América, nos alcanza Tilín, en la 425, de la manera más atravesada posible (no me quiero imaginar cuánto tuvo que correr para lograr pasar ese transbordo).

La gente desaparece mientras la ciudad agoniza lentamente. Dos pasajeros en el Disco -paradero de la Oriental- y ninguno en Los Espejos son el saldo del paso por la avenida Oriental.

Bajando por Las Vegas, al frente de la Clínica Clofán, estaba un chico parado a quien no vimos poner la mano hasta el momento en que le silbó al conductor. Al subirse preguntó que si era el último viaje, a lo cual asentimos.

Contrario al resto del día, el Poli estaba vacío y EAFIT ya había dado su último suspiro, por sus torniquetes ya no transita nadie y las lámparas blancas que iluminan la portería peatonal de la Avenida Las Vegas han sucumbido a la oscuridad.

Por la 80 recogemos el último de los pasajeros. El Mono me había dicho que una pernota de 9:30 p.m. movía veinte personas como mucho y en este caso se habían movido 14. No existe predicción más acertada que la experiencia de un conductor. 

El Mono hizo el final del viaje mucho más rápido. Al llegar a la bahía el silencio se apoderó de esta y la única esperanza de encontrar conocidos estaba en la bomba de San Juan, al frente del Consumo, donde suelen tanquear los carros de Fabio Gómez.

El hombre con quien compartí esta trasnochada descargó el último pasajero donde parqueó para hacer la liquidación, justo antes de llegar a la estación de gasolina.

478 pasajeros en el día y más de 600 mil pesos para su patrón fueron el resultado.
Son las 11:00 p.m. A mí me restan unos minutos para llegar a casa, mientras que a él… lo que se demore en subir a guardar el bus, para finalmente, después de una agotante jornada, llegar a su casa.

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