lunes, 24 de febrero de 2014

Gustavo Garcés, un hombre agradecido con la vida


Manuela Garcés Echeverri

Un caballero en todo el sentido de la palabra, según todo el que lo conoce. De 1.64 metros de altura, llega algo agitado después de hacer las vueltas del día. "Soy un piloto, vuelo para allí, vuelo para allá", afirma Gustavo Garcés.


Un hombre humilde del antiguo barrio Otra Banda, esa zona de Medellín donde hoy está la Biblioteca Pública Piloto y el barrio Carlos E. Restrepo, que supo aprovechar las escasas oportunidades de la vida para salir adelante. Es el mayor de cinco hermanos y seis hermanas que decidió hacer grandes sacrificios y retos con el fin de apostarlo todo por un deseo que solo un buen padre puede tener: el de un mejor futuro para sus hijos.

Una vida de adulto que empezó a sus 12 años, pues le tocó asumir una cantidad de obligaciones y postergar sus sueños debido a una enfermedad llamada Eczema que le dio a su padre. En ese instante comenzó a trabajar en el bar Café Rialto y su sueño de ser un abogado se fue desvaneciendo. Eso fue hace 65 años…

¿Cómo era su jornada laboral para ese entonces?

“Trabajaba todos los días desde las seis de la mañana hasta las doce de la noche. Cada que mi papá me podía remplazar unas horitas, me escapaba y me iba a jugar fútbol, allá me relajaba y descansaba un rato".

Gracias al esfuerzo y dedicación de este hombre, sus hermanos tuvieron la oportunidad de estudiar. En 1955, con 20 años de edad, se casó con Ángela Escobar y sus parientes empezaron a tomar responsabilidades en los cinco cafés que para ese momento tenía su padre en Medellín.

Luego decidió comenzar su propio negocio, lo llamó Bar Tropical, esto se concedió gracias al préstamo que le dio su cuñada, Olga Escobar. Era un bar pequeño ubicado por Juan del Corral con la Paz, contaba con una zona de mucho movimiento donde el sabor caribe y el aguardiente prendía la fiesta.

¿Cómo sacó adelante a sus cuatro hijos?

"El bar me ayudó a independizarme, pero me cansé de eso y empecé a manejar un camión tipo escalera en el barrio Enciso. Luego me vinculé y comencé a trabajar en la flota de Campo Valdés. Con ese bus pude sacar adelante a mi familia. Sin embargo, sin la ayuda de mi esposa Ángela como maestra no hubiera sido posible".

Ahora Gustavo cuenta con cuatro profesionales en su hogar: un abogado, una médica de la Universidad de Antioquia, una odontóloga de la Universidad Javeriana de Bogotá y un economista egresado de la Universidad de Medellín. Él afirma que siempre le pidió a Dios que sus hijos fueran estudiosos y tuvieran la oportunidad que él no tuvo: “Vivo feliz y le doy gracias a Dios que a mis hijos les gustó estudiar y que me dio la oportunidad de darles ese privilegio”.

¿Cree usted que valió la pena el sacrificio?

“Me siento pleno de ver que mis hijos me respondieron de la manera correcta, feliz porque pude cumplir mi sueño de darles la oportunidad que yo no tuve y satisfecho por ver los frutos de unos grandes profesionales y personas”.

Desde las cinco y media de la mañana hasta las nueve de la noche Gustavo trabajaba en el bus de manera continua, no importaba si estaba enfermo o surgían imprevistos porque era necesario laborar para poder sostener a sus hijos: no tenía tiempo libre, llegaba, veía el noticiero de televisión y se acostaba para empezar la jornada del otro día.

¿Cuál cree usted que es la clave del éxito?

“Insistir en lo que se quiere, ponerle fe y alma al trabajo, pues se necesita de ganas y saber aprovechar las oportunidades que se le van presentando a uno”.

Ahora que está retirado del trabajo, ¿qué clase de actividades realiza de manera cotidiana en un día?

“Salgo de misa y me voy a hacer las vueltas de la casa, recojo los medicamentos, estoy pendiente de las citas y le ayudo a mi hija con el transporte de las terapias de mi nieta”.
La niña tiene problemas auditivos. La hija de Gustavo decidió traerla del pueblo San Rafael, con el fin de ayudarla con terapias y médicos especialistas para brindarle la posibilidad de oír. Él la considera su nieta, va a las reuniones del colegio como su abuelo y se siente feliz de ver el progreso de la niña.

Este hombre tiene, además de un sueño cumplido, una pasión que viene con él desde su niñez, pasó por su juventud y llega hasta la actualidad. Ese motivo tiene nombre propio y es el Deportivo Independiente Medellín, equipo de fútbol que ama y lleva en lo más profundo de su corazón. “A mí me tocó llevar a Cali y a Manizales en dos oportunidades a los hinchas en Medellín en el bus, fue una muy bonita experiencia”, expone Gustavo.

Hoy, a sus años, desde el barrio Calasanz, Gustavo Garcés expresa lo agradecido que está con Dios y la vida por todas las bendiciones recibidas. Cuenta que ya su jornada dio un giro radical, pasó de iniciar a las cinco de la mañana, para comenzar a las seis a tomarse un tinto. Su vida va ahora a otro ritmo y de otra manera, ya no está al frente del timón once horas continuas, pues ahora se redujeron a una o dos para llegar a su destino. Ya tiene tiempo para su familia y es en este momento donde su prioridad son ellos.

Fuente testimonial: Gustavo Garcés- 3204553850

Pie de fotos

·      "Desde que tengo uso de razón soy hincha del poderoso".
·      Cada noche disfruta acompañado del televisor su tiempo para descansar.

·      Para Gustavo es esencial salir de la casa bien informado por eso lee el periódico antes de salir de su casa todos los días.

·      Gustavo intenta hacer las vueltas del día hasta antes de las tres de la tarde.
·      Para Gustavo es esencial salir de la casa bien informado por eso lee el periódico antes de salir de su casa todos los días.

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