Con 45 años de edad, Darly
Santiago López, conocido como “Nacional”, realiza en Envigado, Sabaneta y el
centro de Medellín la labor de la que siempre se sentirá orgulloso: trabajar en
la calle. Ser víctima del desplazamiento, rebuscador y amante del fútbol son
las características que mejor lo definen.
Por: Alejandro Arboleda Hoyos
Tumbando
la puerta y arrasando con todo a su paso: así entraron unos hombres camuflados
aquella tarde de 1975, a una finca papera del municipio de La Unión, en el
corregimiento de Mesopotamia, en el Oriente de Antioquia.
Los
asaltantes, quienes estaban vestidos de verde y cargaban grandes pistolas, advirtieron
a la humilde familia: “¡Tienen dos días para que recojan todo y se vayan!”
Darly
López, el mayor de los hermanos, al ver que se retiraban, corrió a su cuarto,
agarró su bolso y metió toda la ropa que pudo. A los segundos se acordó de
Lucas, su perro, pero al ver que no podía meterlo en su morral y llevárselo,
decidió dejarlo en la casa de su tía para que lo cuidaran.
Junto
a sus seis hermanos, su madre y su padre, Darly preparó las maletas y se montó
a una “escalera” (autobús artesanal de Colombia) que iba rumbo a la ciudad de
Medellín.
Ese
día terminaron sentados una acera del barrio Santo Domingo Sabio de la capital
de Antioquia, un sector popular que tenía graves problemas de violencia. “Una
monja del sector nos abrió el salón de una guardería que había disponible y nos
dejó hospedarnos ahí”, recuerda Darly con una cara sonriente.
Desde
el momento en que llegaron tenían claro que no vivirían de limosnas. De
inmediato Darly salió a la calle a buscar trabajo al igual que sus padres. Su
madre empezó a trabajar en hogares de familia haciendo aseo, su padre consiguió
un puesto como albañil en una construcción y él se fue a explorar las calles de
Medellín.
Años
de calle
Desde el comienzo supo que sería una
expedición nunca antes vivida, sobre todo porque venía del campo. Personas,
lugares y experiencias nunca antes conocidas empezaron a ser el día a día de
Darly en su vida cotidiana.
Por ser menor de edad no consiguió trabajo,
pero comenzó a transitar las calles de Laureles y el sector del estadio. “Le
empecé a hacer la mensajería al Gimnasio Laureles y siempre me acercaba a ver entrenar
al Nacional”, recuerda.
Al
ver que recorría estas calles, directivos del gimnasio decidieron contratarlo y
ponerlo a andar la calle, cosa que le encanta hacer. Como apoyo adicional para
la familia, Darly empezó a vender pulseras, manillas e implementos de línea de
mujer en el gimnasio. La jornada de 7:00 a.m. hasta las 10:00 p.m. era su pan
de cada día para llevar dinero a la casa.
Después
de diez años haciendo mandados, decidió independizarse y trabajar con su
negocio propio en vías, avenidas y callejones de la ciudad: “Siempre me gustó
estar en la calle, jamás intenté buscar trabajo dentro de una empresa porque no
me gusta el encierro”, dice mientras vende un artículo de lo que él llama:
“sustento de vida”.
En
esos diez años, Darly pasó día a día asistiendo a los entrenamientos de
Atlético Nacional, cerca del estadio Atanasio Girardot. Cada domingo se veía
los partidos de este equipo sin perderse un solo instante del juego. Fue así
como el deporte dio un nuevo rumbo a su vida.
“Nunca
me llamó la atención el Independiente Medellín. Además, ver entrenar a Osvaldo
Zubeldía, César Cueto y Guillermo La Rosa fue algo que marca la vida de
cualquiera”, afirma mientras muestra orgulloso sus manillas del equipo paisa.
El nivel de fanatismo que tuvo fue tal que
prometió que jamás saldría a la calle sin las manillas, cadenas y collares que
representen a su equipo: “Con el verde a todos lados, nunca puedo salir sin
él”. Debido a ese amor, sus amigos le pusieron el apodo de Nacional.
A sus 18 años conoció a una mujer que lo enamoró. Tal fue su romance que a los dos años de novios recibió la noticia de que sería papá. Al nacer, Paola Marcela López fue una persona muy influyente en su vida. Desde aquel día tuvo claro que trabajaría duro por su pequeña y que siempre le brindaría la oportunidad de estudiar.
Paola cursó toda su educación primaria y
secundaria en el Liceo Santo Domingo, de Medellín. Desde niña soñó con ser
enfermera y poder auxiliar y ayudar a las personas. Al terminar el
bachillerato, se presentó a las convocatorias de la Universidad de Antioquia para
el pregrado de Enfermería, pasó con éxito y empezó a estampar sus sueños en la
hoja de vida.
“Yo trabajo cada día para pagarle la
universidad a mi hija. Le tengo un local de lociones en la casa para que se
defienda un poco por su lado”, cuenta su padre.
Darly,
más conocido como Nacional, ha vivido toda su vida en la misma casa del barrio
Santo Domingo Savio, consiguió un subsidio de mejoramiento de vivienda y le
otorgaron seis millones de pesos en materiales para arreglar su hogar: “La
casita la remodelamos y la mandamos a organizar con el mejoramiento que nos dio
el gobierno. Ahora con la Biblioteca España hay mucha seguridad y el barrio es
tranquilo”.
Finalmente
logró cumplir su proyecto de vida que fue trabajar por su propia cuenta,
haciendo y vendiendo artículos por temporadas. Navidad, Feria de las Flores y
Halloween son algunas de las festividades que cubre mostrando su variedad de
artículos: “Todos mis hermanos estudiaron y consiguieron trabajos en empresas.
En cambio, yo sí me dedico a lo que siempre quise: vivir en las calles y apoyar
a mi equipo”.
Nacional,
actualmente con sus 45 años de edad, trabaja en las afueras del colegio Rafael
J. Mejía, de Sabaneta, y en la institución Normal Superior, de Envigado. Vende
artículos dependiendo de la época del mes, pero siempre tiene entre su
mercancía afiches, botones, manillas y cuantas cosas pueda del equipo de su
alma, aquel que le dio un nombre más fuerte y sonoro que el que recibió el día
de su bautizo.
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