lunes, 24 de febrero de 2014

“Nacional” ama estar en las calles de Medellín


Con 45 años de edad, Darly Santiago López, conocido como “Nacional”, realiza en Envigado, Sabaneta y el centro de Medellín la labor de la que siempre se sentirá orgulloso: trabajar en la calle. Ser víctima del desplazamiento, rebuscador y amante del fútbol son las características que mejor lo definen.

Por: Alejandro Arboleda Hoyos


Tumbando la puerta y arrasando con todo a su paso: así entraron unos hombres camuflados aquella tarde de 1975, a una finca papera del municipio de La Unión, en el corregimiento de Mesopotamia, en el Oriente de Antioquia.

Los asaltantes, quienes estaban vestidos de verde y cargaban grandes pistolas, advirtieron a la humilde familia: “¡Tienen dos días para que recojan todo y se vayan!”

Darly López, el mayor de los hermanos, al ver que se retiraban, corrió a su cuarto, agarró su bolso y metió toda la ropa que pudo. A los segundos se acordó de Lucas, su perro, pero al ver que no podía meterlo en su morral y llevárselo, decidió dejarlo en la casa de su tía para que lo cuidaran.

Junto a sus seis hermanos, su madre y su padre, Darly preparó las maletas y se montó a una “escalera” (autobús artesanal de Colombia) que iba rumbo a la ciudad de Medellín.
Ese día terminaron sentados una acera del barrio Santo Domingo Sabio de la capital de Antioquia, un sector popular que tenía graves problemas de violencia. “Una monja del sector nos abrió el salón de una guardería que había disponible y nos dejó hospedarnos ahí”, recuerda Darly con una cara sonriente.

Desde el momento en que llegaron tenían claro que no vivirían de limosnas. De inmediato Darly salió a la calle a buscar trabajo al igual que sus padres. Su madre empezó a trabajar en hogares de familia haciendo aseo, su padre consiguió un puesto como albañil en una construcción y él se fue a explorar las calles de Medellín.

Años de calle

Desde el comienzo supo que sería una expedición nunca antes vivida, sobre todo porque venía del campo. Personas, lugares y experiencias nunca antes conocidas empezaron a ser el día a día de Darly en su vida cotidiana.

Por ser menor de edad no consiguió trabajo, pero comenzó a transitar las calles de Laureles y el sector del estadio. “Le empecé a hacer la mensajería al Gimnasio Laureles y siempre me acercaba a ver entrenar al Nacional”, recuerda.

Al ver que recorría estas calles, directivos del gimnasio decidieron contratarlo y ponerlo a andar la calle, cosa que le encanta hacer. Como apoyo adicional para la familia, Darly empezó a vender pulseras, manillas e implementos de línea de mujer en el gimnasio. La jornada de 7:00 a.m. hasta las 10:00 p.m. era su pan de cada día para llevar dinero a la casa.

Después de diez años haciendo mandados, decidió independizarse y trabajar con su negocio propio en vías, avenidas y callejones de la ciudad: “Siempre me gustó estar en la calle, jamás intenté buscar trabajo dentro de una empresa porque no me gusta el encierro”, dice mientras vende un artículo de lo que él llama: “sustento de vida”.

En esos diez años, Darly pasó día a día asistiendo a los entrenamientos de Atlético Nacional, cerca del estadio Atanasio Girardot. Cada domingo se veía los partidos de este equipo sin perderse un solo instante del juego. Fue así como el deporte dio un nuevo rumbo a su vida.

“Nunca me llamó la atención el Independiente Medellín. Además, ver entrenar a Osvaldo Zubeldía, César Cueto y Guillermo La Rosa fue algo que marca la vida de cualquiera”, afirma mientras muestra orgulloso sus manillas del equipo paisa.

El nivel de fanatismo que tuvo fue tal que prometió que jamás saldría a la calle sin las manillas, cadenas y collares que representen a su equipo: “Con el verde a todos lados, nunca puedo salir sin él”. Debido a ese amor, sus amigos le pusieron el apodo de Nacional.

A sus 18 años conoció a una mujer que lo enamoró. Tal fue su romance que a los dos años de novios recibió la noticia de que sería papá. Al nacer, Paola Marcela López fue una persona muy influyente en su vida. Desde aquel día tuvo claro que trabajaría duro por su pequeña y que siempre le brindaría la oportunidad de estudiar.

Paola cursó toda su educación primaria y secundaria en el Liceo Santo Domingo, de Medellín. Desde niña soñó con ser enfermera y poder auxiliar y ayudar a las personas. Al terminar el bachillerato, se presentó a las convocatorias de la Universidad de Antioquia para el pregrado de Enfermería, pasó con éxito y empezó a estampar sus sueños en la hoja de vida.

“Yo trabajo cada día para pagarle la universidad a mi hija. Le tengo un local de lociones en la casa para que se defienda un poco por su lado”, cuenta su padre.

Darly, más conocido como Nacional, ha vivido toda su vida en la misma casa del barrio Santo Domingo Savio, consiguió un subsidio de mejoramiento de vivienda y le otorgaron seis millones de pesos en materiales para arreglar su hogar: “La casita la remodelamos y la mandamos a organizar con el mejoramiento que nos dio el gobierno. Ahora con la Biblioteca España hay mucha seguridad y el barrio es tranquilo”.

Finalmente logró cumplir su proyecto de vida que fue trabajar por su propia cuenta, haciendo y vendiendo artículos por temporadas. Navidad, Feria de las Flores y Halloween son algunas de las festividades que cubre mostrando su variedad de artículos: “Todos mis hermanos estudiaron y consiguieron trabajos en empresas. En cambio, yo sí me dedico a lo que siempre quise: vivir en las calles y apoyar a mi equipo”.

Nacional, actualmente con sus 45 años de edad, trabaja en las afueras del colegio Rafael J. Mejía, de Sabaneta, y en la institución Normal Superior, de Envigado. Vende artículos dependiendo de la época del mes, pero siempre tiene entre su mercancía afiches, botones, manillas y cuantas cosas pueda del equipo de su alma, aquel que le dio un nombre más fuerte y sonoro que el que recibió el día de su bautizo.

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