La noche del jueves
31 de octubre salieron a las calles de Medellín aproximadamente 30 reconocidas
figuras públicas del ámbito infantil y adulto, motorizados
dispuestos a disfrutar de la noche de brujitos,
y a ser visible sus hazañas más sobresalientes en sus motocicletas. Esa noche Alejandro,
Julián, Jessica, Daniela y Andrés pasaron a ser zombies, payasos, terroristas, cantantes,
actores, hawaianos y momias.
Las calles se
congestionaron de súper héroes, villanos, hombres disfrazados de mujeres, ninguna
disfrazada de hombre, colegialas y bailarinas bastantes sexis.
En las avenidas no
se veían transitar niños, estaban concurridas por recicladores, pero sobre todo
por personas en situación de calle que no se mostraban muy interesados por la
noche de Halloween, ni si quiera por la
ruidosa caravana que pasaba por sus lados, excepto dos particulares personajes
que hicieron mérito a la noche y se pusieron máscaras de monstruos y sombreros
de colores, una mezcla bastante difusa, pero divertida, a mi manera de ver.
“No práctico el stunt, disfruto de él”
Con motivo de celebrarse la noche de Halloween se reunieron a las ocho de la noche equipos de stunt de la ciudad de Medellín: Club Akt
Special Medellín, Paisas Stunt Racing y Club Onda CB 110 Medellín. Su punto de
encuentro fue la bomba de Terpel que como lo indicaba la organizadora del
evento, Jesica Yepes, se encontraba entre la Terminal del Norte y el fantasmagórico
Cementerio Universal.
Jesica es la
fundadora del equipo Club Akt Special Medellín, que lleva aproximadamente tres
meses de creado. A manera de anécdota, comenta que la primera reunión que
realizó fue con cuatro motos: la de ella y la de tres amigos, pero hoy son ya 20
motos y más de 27 integrantes. “No práctico el stunt, disfruto de él”, responde Yesica a una de mis preguntas, que
reiteran que los que están en el mundo de los piques no son solo pilotos.
La idea de esta
caravana era una integración entre ellos y con otros equipos, el fin era
divertirse y eso se logró, sobre todo con la participación de Campanita, su
nombre de pila Ólveri Villada, integrante de Paisas Stunt Racing (PSR), quien
fue el centro de atención no solo por su disfraz, sino por ser uno de los tres
´picones´ que demostró sus habilidades.
Ólveri no
desaprovechó ningún momento para dar inicio a sus maniobras en la moto; los
semáforos en rojo fueron los más utilizados por Campanita, incluso frente a
policías que se encontraban en el recorrido y quienes solo se quedaban mirando
los piques que Villada hacía en su moto.
El mecánico Ólveri
Villada se notó preocupado cuando la caravana decidió hacer una parada en una
calle rodeada de edificios residenciales, pues el ruido resultaba ser una
amenaza.
Las advertencias de
muchos pilotos no bastaron para evitar recibir la visita de los ´tombos´,
quienes llegaron a cerciorarse que no fuera mucho el tiempo que se quedaran en
esa zona y que no ocurriera ningún daño. La visita de cuatro motos de la
Policía Nacional fue debido, tal vez, a una llamada por parte de los residentes
o por la pista que había dejado la caravana ruidosa y llena de irregularidades.
Mientras se dio la
primera parada de la caravana, se aportaron algunas sugerencias acerca de cómo
se estaban movilizando y de las señales a las que tenían que estar atentos. Por
ejemplo, cuando se levantaba la mano con un dedo arriba, quería decir que las
motos debían estar ´rodando´ en una sola línea; si se levantaba la mano con dos
dedos arriba, quería decir que debían irse en dos filas; cuando empuñaban la
mano se debía parar; y si se abría y se cerraba la mano era una advertencia de
foto multa. Esa fue la metodología que adoptó el grupo para continuar de forma
ordenada con la ´rodada´ por la ciudad.
El tránsito pasó por alto las irregularidades y faltas
que llevaba la caravana, tal vez como regalo de Halloween. Eran infracciones
como la falta de medidas de seguridad para la práctica del stunt—categorizadas como
maniobras altamente peligrosas—,
generar congestión vehicular, motos sin luces, pilotos sin chaleco obligatorio
entre las 6:00 p.m. y las 6:00 a.m. documentación al día, entre las que pude observar
en mi estado de ignorancia en leyes de tránsito.
Cualquier semáforo,
trancón o esquina se convirtió para los ´picones´ en un espacio de
demostraciones acrobáticas o como se escucharía popularmente; “hicieron de las
suyas en las motos”.
Estos momentos de
escapes reglamentarios fueron controlados por el líder de la caravana Johan
Restrepo, o en su defecto y de manera más arbitraria, por los ´azules´, quienes
aparecían después de varios minutos de exhibiciones en la vía.
Mientras la
caravana se movilizaba, cuatro motociclistas lideraban la ruta, dos la
finalizaban y aproximadamente otros cuatro pilotos, en cada lado, se paraban en
los semáforos o calles que se encontraban con la vía para impedir que el grupo
se dividiera o que parara. Por lo tanto, si no era posible cerrar el paso a
otros conductores los pilotos empuñaban la mano en señal de pare.
Esta ´rodada´, como
ellos mismos lo denominan, fue excusa para comportarse como niños rebeldes en
la noche de los brujitos. Pasarse
semáforos en rojo, irrumpir en zonas residenciales con el ruido de las motos de
sus pilotos y parrilleros, pero sobre todo hacer piques en medio de la avenida
Oriental, El Poblado y Envigado.
Para los taxistas
no fue problema dejar pasar cerca de 30 pilotos disfrazados, más bien
resultaron divirtiéndose con el atuendo de algunos. Mientras que para los
conductores de carros particulares fue más notorio el disgusto por impedir su
tránsito normal.
Fue el caso de una
señora que aparentaba unos 38 años, podría afirmar que conducía una camioneta Acura
de placas FHD 940, la cual se rehusaba a darle paso a la caravana. Entre su
disgusto arrancó cuando una de las motocicletas estaba frente a su auto, aunque
no alcanzó a chocarla, la moto logró quedarse atascada. La señora se vio
obligada a esperar por dos razones: mientras el motociclista se desenganchaba
de su carro de forma sutil para no causar ningún daño y para dejar pasar al
resto de la caravana.
Fue evidente el
respeto con que se manejó la situación. Es importante resaltar que en la escena
no se escuchó ningún tipo de ofensa o agresión por parte de los motociclistas,
aunque la conductora demostró lo que pensaba con sus gestos y acciones, para mí
un tanto intolerantes.
Amor entre
motociclistas
El amor en la caravana no quedó de lado, muchos de los
´picones´ estuvieron acompañados de sus novias y esposas, pero la pareja que
más sobresalió fue la de dos terroristas árabes que amenazaban constantemente
con una bomba. Ellos eran Johan Restrepo y su esposa Laura Arboleda. Johan, un líder
del equipo Club Onda CB 110 Medellín, y Laura, una apasionada por este deporte.
¿Qué significa ser
novia o esposa de un ´picón´? “Significa tener mucha paciencia, pero sobre todo
amor por el deporte y el amor de los dos” dijo Laura Restrepo.
Cuando el grupo
pasó por el parque de Envigado fueron muchos los que rodearon el show de
piques. Salieron de bares y discotecas cercanas: piratas, ángeles, monjas,
árabes, muñecas, ratonas, los picapiedras y civiles en general. Los asistentes aplaudieron,
gritaron, se sorprendieron y le dieron fuerza a uno de los “picones” a quién se
le cayó su motocicleta mientras hacía su maniobra.
Este espectáculo
fue algo más que solo piques, como dicen los artistas, es la gente la que le da
vida a su vocación, así resultó siendo el acto de stunt en Envigado.
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