domingo, 16 de febrero de 2014

Noche de acrobacias disfrazada de libertad



Por: Luz Adriana Calle Ospina
La noche del jueves 31 de octubre salieron a las calles de Medellín aproximadamente 30 reconocidas figuras públicas del ámbito infantil y adulto, motorizados dispuestos a disfrutar de la noche de brujitos, y a ser visible sus hazañas más sobresalientes en sus motocicletas. Esa noche Alejandro, Julián, Jessica, Daniela y Andrés pasaron a ser  zombies, payasos, terroristas, cantantes, actores, hawaianos y momias.


Las calles se congestionaron de súper héroes, villanos, hombres disfrazados de mujeres, ninguna disfrazada de hombre, colegialas y bailarinas bastantes sexis.

En las avenidas no se veían transitar niños, estaban concurridas por recicladores, pero sobre todo por personas en situación de calle que no se mostraban muy interesados por la noche de Halloween, ni si quiera por la ruidosa caravana que pasaba por sus lados, excepto dos particulares personajes que hicieron mérito a la noche y se pusieron máscaras de monstruos y sombreros de colores, una mezcla bastante difusa, pero divertida, a mi manera de ver.


“No práctico el stunt, disfruto de él”

Con motivo de celebrarse la noche de Halloween se reunieron a las ocho de la noche equipos de stunt de la ciudad de Medellín: Club Akt Special Medellín, Paisas Stunt Racing y Club Onda CB 110 Medellín. Su punto de encuentro fue la bomba de Terpel que como lo indicaba la organizadora del evento, Jesica Yepes, se encontraba entre la Terminal del Norte y el fantasmagórico Cementerio Universal.

Jesica es la fundadora del equipo Club Akt Special Medellín, que lleva aproximadamente tres meses de creado. A manera de anécdota, comenta que la primera reunión que realizó fue con cuatro motos: la de ella y la de tres amigos, pero hoy son ya 20 motos y más de 27 integrantes. “No práctico el stunt, disfruto de él”, responde Yesica a una de mis preguntas, que reiteran que los que están en el mundo de los piques no son solo pilotos.

La idea de esta caravana era una integración entre ellos y con otros equipos, el fin era divertirse y eso se logró, sobre todo con la participación de Campanita, su nombre de pila Ólveri Villada, integrante de Paisas Stunt Racing (PSR), quien fue el centro de atención no solo por su disfraz, sino por ser uno de los tres ´picones´ que demostró sus habilidades.



Ólveri no desaprovechó ningún momento para dar inicio a sus maniobras en la moto; los semáforos en rojo fueron los más utilizados por Campanita, incluso frente a policías que se encontraban en el recorrido y quienes solo se quedaban mirando los piques que Villada hacía en su moto.

El mecánico Ólveri Villada se notó preocupado cuando la caravana decidió hacer una parada en una calle rodeada de edificios residenciales, pues el ruido resultaba ser una amenaza.

Las advertencias de muchos pilotos no bastaron para evitar recibir la visita de los ´tombos´, quienes llegaron a cerciorarse que no fuera mucho el tiempo que se quedaran en esa zona y que no ocurriera ningún daño. La visita de cuatro motos de la Policía Nacional fue debido, tal vez, a una llamada por parte de los residentes o por la pista que había dejado la caravana ruidosa y llena de irregularidades.

Mientras se dio la primera parada de la caravana, se aportaron algunas sugerencias acerca de cómo se estaban movilizando y de las señales a las que tenían que estar atentos. Por ejemplo, cuando se levantaba la mano con un dedo arriba, quería decir que las motos debían estar ´rodando´ en una sola línea; si se levantaba la mano con dos dedos arriba, quería decir que debían irse en dos filas; cuando empuñaban la mano se debía parar; y si se abría y se cerraba la mano era una advertencia de foto multa. Esa fue la metodología que adoptó el grupo para continuar de forma ordenada con la ´rodada´ por la ciudad.

“Hicieron de las suyas en las motos”


El tránsito pasó por alto las irregularidades y faltas que llevaba la caravana, tal vez como regalo de Halloween. Eran infracciones como la falta de medidas de seguridad para la práctica del stuntcategorizadas como maniobras altamente peligrosas, generar congestión vehicular, motos sin luces, pilotos sin chaleco obligatorio entre las 6:00 p.m. y las 6:00 a.m. documentación al día, entre las que pude observar en mi estado de ignorancia en leyes de tránsito.

Cualquier semáforo, trancón o esquina se convirtió para los ´picones´ en un espacio de demostraciones acrobáticas o como se escucharía popularmente; “hicieron de las suyas en las motos”.

Estos momentos de escapes reglamentarios fueron controlados por el líder de la caravana Johan Restrepo, o en su defecto y de manera más arbitraria, por los ´azules´, quienes aparecían después de varios minutos de exhibiciones en la vía.

Mientras la caravana se movilizaba, cuatro motociclistas lideraban la ruta, dos la finalizaban y aproximadamente otros cuatro pilotos, en cada lado, se paraban en los semáforos o calles que se encontraban con la vía para impedir que el grupo se dividiera o que parara. Por lo tanto, si no era posible cerrar el paso a otros conductores los pilotos empuñaban la mano en señal de pare.

Esta ´rodada´, como ellos mismos lo denominan, fue excusa para comportarse como niños rebeldes en la noche de los brujitos. Pasarse semáforos en rojo, irrumpir en zonas residenciales con el ruido de las motos de sus pilotos y parrilleros, pero sobre todo hacer piques en medio de la avenida Oriental, El Poblado y Envigado.

Para los taxistas no fue problema dejar pasar cerca de 30 pilotos disfrazados, más bien resultaron divirtiéndose con el atuendo de algunos. Mientras que para los conductores de carros particulares fue más notorio el disgusto por impedir su tránsito normal.

Fue el caso de una señora que aparentaba unos 38 años, podría afirmar que conducía una camioneta Acura de placas FHD 940, la cual se rehusaba a darle paso a la caravana. Entre su disgusto arrancó cuando una de las motocicletas estaba frente a su auto, aunque no alcanzó a chocarla, la moto logró quedarse atascada. La señora se vio obligada a esperar por dos razones: mientras el motociclista se desenganchaba de su carro de forma sutil para no causar ningún daño y para dejar pasar al resto de la caravana.

Fue evidente el respeto con que se manejó la situación. Es importante resaltar que en la escena no se escuchó ningún tipo de ofensa o agresión por parte de los motociclistas, aunque la conductora demostró lo que pensaba con sus gestos y acciones, para mí un tanto intolerantes.


Amor entre motociclistas

El amor en la caravana no quedó de lado, muchos de los ´picones´ estuvieron acompañados de sus novias y esposas, pero la pareja que más sobresalió fue la de dos terroristas árabes que amenazaban constantemente con una bomba. Ellos eran Johan Restrepo y su esposa Laura Arboleda. Johan, un líder del equipo Club Onda CB 110 Medellín, y Laura, una apasionada por este deporte.

¿Qué significa ser novia o esposa de un ´picón´? “Significa tener mucha paciencia, pero sobre todo amor por el deporte y el amor de los dos” dijo Laura Restrepo.

Cuando el grupo pasó por el parque de Envigado fueron muchos los que rodearon el show de piques. Salieron de bares y discotecas cercanas: piratas, ángeles, monjas, árabes, muñecas, ratonas, los picapiedras y civiles en general. Los asistentes aplaudieron, gritaron, se sorprendieron y le dieron fuerza a uno de los “picones” a quién se le cayó su motocicleta mientras hacía su maniobra.

Este espectáculo fue algo más que solo piques, como dicen los artistas, es la gente la que le da vida a su vocación, así resultó siendo el acto de stunt en Envigado.




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