domingo, 16 de febrero de 2014

Entrevista: Periodistas en la carrera


Por: Mitzy Laith Movil Gnecco

Ciudad
Gustavo Osorio Pérez: El “Trapito rojo” de Belén la Palma
 El trabajo informal es una labor que le toca desempeñar a muchos de los desempleados de esta ciudad.

Cuidando carros, recibiendo la ayuda económica de las personas a las que él sirve y esas le quieran brindar, y  muchas veces exponiendo su vida por la inseguridad que se vive en Medellín. De esa forma es como le ha tocado vivir a Gustavo Osorio Pérez, de 43 años de edad, quien es un desempleado más de este país y por ese motivo ha tenido trabajar la mayor parte de su vida como vigilante informal de carros en la Carrera 80 con calle 30 y así poder mantenerse el y sacar adelante a su familia.

Gustavo es una persona humilde y trabajadora. Vive en el Barrio Belén las Violetas con su madre de 70 años de edad y su hija 6 años que fue abandonada por su madre desde que nació. Él tiene que velar por ellas, debido a que dependen de él económicamente.  Esta situación  le exige a Osorio ocuparse en una labor por muy dura y en ocasiones hasta arriesgada.

Con una jornada de: lunes a domingo, desde las 6 de la mañana a las 9 de la noche y los fines de semana hasta altas horas de la madrugada, Osorio es uno de los llamados “trapito rojo” que se ubica en las calles y  tiene bajo su responsabilidad el vehículo de muchas personas que frecuentan el Barrio Belén la Palma y a quienes les agradece porque gracias  a ellos él tiene al menos una actividad para realizar día a día y en la cual él se ve beneficiado.

El oficio de cuidar carros es muy común en la ciudad, la mayoría de las personas que se dedican a este trabajo lo hacen por necesidad, según cuenta el mismo Gustavo, quien desde hace más de 12 años lo está llevando acabo. Aunque no es una labor estable, ni muy bien remunerada, las circunstancias no le dejan otra salida debido a las pocas oportunidades de empleo que hay en la actualidad.

Osorio cuenta, que aunque él le tiene una tarifa fija a los carros que cuida, que es entre 1.500 pesos la horas en el día y en la noche a 2.000 pesos. Muchos usuarios le pagan lo que quieren, cosa que lo disgusta.

Incluso, en  todo este tiempo que lleva de vigilante informal de carros, tuvo una pequeña discución con un usuario que no le quiso pagar lo que él cobra por sus servicios.

Antes de trabajar por el sector de La Palma, Osorio trabajaba por La iglesia Santa Gema del Barrio Laureles, pero, por motivos de indiferencias con otra persona que habita ese sector, él decidió irse para otra parte y evitar problemas mayores.

En casi en todas las calles de Medellín, existen personas dedicadas a cuidar carros. Unos amables, otros groseros y hasta unos avispados. Por lo que muchos de ellos tiene fama de ser descarados por los altos precios que cobran por su servicio.

Pero, ese no es el caso de Gustavo Osorio. Según don Fabio Restrepo, un tendero del sector donde trabaja Gustavo y quien lo conoce desde hace muchos años, dice que “él es una gran persona y que siempre está dispuesta a servir. Creo que es por eso, que se ha ganado el cariño de las que vivimos por acá”.

 A pesar de que la capital antiqueña es una de las ciudades de Colombia con mayor desarrollo, muchos habitantes como Gustavo Osorio no cuentan con la oportunidad de tener un trabajo sólido y constante.

Con una actitud positiva y amable, Gustavo cuenta que “a mí me hubiera gustado llevar otra forma de vida o hacer algo mejor que cuidar carros, pero desafortunadamente esto es en lo que he podido trabajar y todos los días le doy gracias a Dios por eso”.

A lo largo de casi trece años que lleva trabajando como “trapito rojo”, Osorio dice que le ha tocado tratar con personas buenas y malas. Unas que valoran su trabajo y otras que no, pero en general son muchísimas las que sí agradecen por desempañar esa labor.

Gustavo cuenta que en varias ocasiones ha sido víctima de la delincuencia, lo han robado y amenazado en su lugar de trabajo. Según el mismo afirma, “esto es consecuencia de los problemas de seguridad que se están presentando hoy por hoy en toda Colombia”.

Muy a pesar de todas las dificultades con las que tiene que sobrevir día a día Osorio, el se describe como una persona feliz y  luchadora, que todos los días le da gracias a Dios por permitirle estar vivo y disfrutar de su familia y amigos.

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