Sentir,
vivir y amar son solo algunas de las cualidades más destacadas que describen al
docente, amigo, persona y líder Adolfo León Maya Salazar. Quisiera que este
escrito sonara a verso pues esto es lo que inspira “el maestro” con tan solo
hablar.
Es un
hombre que transmite amor y buena vibra, además de ser un claro ejemplo de
entrega y constancia. De aspecto intachable (que en apariencia no deja chance a
lo ocurrente) y reflejo perfecto de humildad, sencillez y seriedad, Adolfo ha
sido merecedor de incontables elogios por su capacidad de comprensión.
Es sociólogo
de la Universidad Pontificia Bolivariana, tiene un título como magíster en
Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia y actualmente es docente de
la Universidad EAFIT. Su faceta de educador se camufla en una figura paternal donde
prevalecen las risas y la confianza, y se encadenan con teorías y conceptos
académicos.
Más allá de
sus logros académicos, es importante destacar sus logros como agente de cambio social.
Debido a su compromiso sincero y desinteresado, Adolfo logró ganarse el respeto
y la credibilidad de sus allegados y de la comunidad. Es uno de los principales
responsables de la trasformación social de Pueblo Viejo.
Pueblo
Viejo limita al norte con los municipios de Medellín e Itagüí, por el oriente
con Sabaneta, por el sur con Caldas y por el occidente con Angelópolis. Tiempo
atrás, la pobreza, inseguridad y poca tolerancia revelaban un panorama poco
alentador en esta zona. La violencia indiscriminada protagonizaba el diario
vivir de los habitantes de esta localidad ubicada en el Valle de Aburrá.
Hoy en día,
Pueblo Viejo tiene otra cara, otro semblante, otra expresión. Tranquila y
jocosamente podría llamarse “Pueblo Nuevo”. Gracias al trabajo conjunto de
varias entidades como la Alcaldía de la Estrella, el Inder y otros entes
públicos y privados, este sector logró arraigar la solidaridad y recuperó la
confianza y el respeto. Ahora sus habitantes trabajan por un objetivo en común:
formar las nuevas generaciones en torno a valores y principios de convivencia y
respeto implementados en el deporte.
Organizar,
desarrollar, gestionar y promover un proyecto que vinculara la sociedad y
promoviera la paz, el respeto y la igualdad fue una las metas de profe.
Todos los días de la semana -en especial el
domingo -la población de Pueblo Viejo se reúne en torno a una cancha sintética
que fue inaugurada el pasado 31 de agosto en esta vereda. Una obra con un valor de 1.505 millones 542.417 pesos,
que fueron utilizados en la nivelación del terreno, filtros, obras de drenaje,
muros de contención, cancha sintética, cerramiento, iluminación, caseta y
dotación de las arquerías.
Adolfo León dice: “Como ser social desarrolló unas actividades en el
sentido cultural, social y con perspectiva de orden económico. Sin tener ninguna
referencia, comencé a contextualizarme de la vida en aquel sitio a través de la
lectura de periódicos, revistas y diálogos con las personas. Esto llevó al
reconocimiento general de la población y a ser merecedor de una gratitud sin
palabras por parte de niños, jóvenes y adultos.”
El deporte congrega y mezcla culturas, sexos, religiones, ideologías y
demás. Es una perfecta excusa para desvanecer fronteras, eliminar prejuicios y
fortalecer lazos de unión y progreso social. Gracias al empeño de este profe, hoy en día se ha fomentado el
crecimiento deportivo, físico y social de la población.
El Club de Deportes de Pueblo Viejo cuenta entre sus logros más destacados
con un equipo femenino que hace parte de torneos importantes del área
metropolitana. Esta cancha se ha
convertido en un lugar insignia de La Estrella, un lugar donde aproximadamente
100 niños divididos en categorías según su edad compiten por hacerle goles a la
vida y gambetas a la desigualdad.
Cincuenta equipos masculinos inscritos al torneo de fútbol de Pueblo
Viejo luchan por ganar el trofeo de la paz y la reconciliación. Este sector se
congrega en torno al deporte y esto es motivo de orgullo de la nueva sociedad
que deja a un lado los conflictos e integra las ganas de salir adelante.
El profe logra obtener la faceta buscada en este escrito: luces y
sombras. Este personaje combina su sabiduría académica y buena voluntad social
para aportar un grano de arena a su comunidad. Una microempresa de compostaje y
la conformación del grupo deportivo de Pueblo Viejo son los mayores logros de
este maestro y otro grupo de personas, habitantes del sector.
Adolfo en el día es aquel docente excelente y respetado, en la noche al
llegar a Pueblo Viejo (lugar donde reside), sigue siendo el mismo pero esta vez
su rol es diferente: utiliza su marcador para explicar una formación táctica,
una preparada, etc. Todo esto, gracias a su amor y convicción por el
mejoramiento continuo de su vereda, del municipio, de la ciudad, del departamento
y por qué no del país también.
Gracias a un acercamiento con la comunidad se logró crear lazos de
amistad donde el fútbol fue una buena excusa para compartir anécdotas, charlas
y una que otra jugada de fantasía. Solo quedan palabras de agradecimiento para
Adolfo León y buenos deseos para la Institución de Pueblo Viejo.
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